sábado, 30 de julio de 2011

Acusar de Intolerante a un Gay, es como decirle una Mujer Golpeada que tuvo la Culpa.




A propósito de la Marcha contra el Matrimonio Igualitario convocada por Transforma Chile, ha surgido una fuerte crítica de estos sectores, que acusan de intolerancia a los gays que hemos calificado de homofóbica sus acciones.

Entonces argumentan que quiénes pedimos tolerancia, somos intolerantes frente a los que piensan distinto a nosotros. Que complejo escenario... pues es como si un agresor, acusara a su pareja golpeada de violentarlo porque ésta solicita medidas de protección legal para defender su integridad física y psicológica. Así de fuerte y te explico porqué.

Las demandas de los grupos de la Diversidad Sexual, surgen ya que existe una desigualdad en el acceso, ejercicio y protección los Derechos civiles y políticos e incluso sociales y económicos de las personas que tienen una orientación sexual distinta a la heterosexual. Existe una cultura heteronormativa que ha restringido nuestras oportunidades de desarrollo en esta sociedad de la que también somos ciudadanos, con derechos y responsabilidades.

Esta discusión ha avanzado en el mundo, con su co relato jurídico, que dicho de paso es la forma en que se garantizan los derechos de las personas en un Estado moderno. 

Se han derribado importantes mitos respecto de la homosexualidad. En 1973 la Homosexualidad fue extraída del Manual Diagnóstico y Estadísticos de los trastornos mentales (DSM), es decir dejó de considerarse un trastorno psiquiátrico, dejó de considerarse una enfermedad.

Los demás prejuicios respecto de los homosexuales como el tema de la pedofilia, también se han ido derribando conforme la sociedad ha entendido que este delito lo realizan tanto heterosexuales como homosexuales, es decir que esta conducta delictual no está asociada a la orientación sexual.

Despejando entonces que la homosexualidad no es una enfermedad y que tampoco es una característica que gatille que las personas sean abusadores sexuales, nos queda derribar los mitos que han levantado las Iglesias. 

Acá el tema se vuelve más complejo, pues la religión católica y ahora expresiones de fanatismo evangélico, influyen en las mentes de las personas, en su subjetividad, sembrando rechazo e incluso repulsión frente a quiénes somos homosexuales

Estas iglesias decretan y perifonean que si practicas relaciones homosexuales, te irás  al infierno, apelan a un orden natural en el cual somos una anormalidad; y para defender a sus miembros (curas pedófilos) siguen asociando públicamente homosexualidad y pedofilia. Esa es la posición oficial, ya que lo interpretaron de la biblia y de la doctrina canónica dicen. Poca misericordia nos tienen creo yo.

La Iglesia Católica que está fuertemente involucrada con los sectores más conservadores e influyentes de la sociedad chilena, ha declarado públicamente su desacuerdo en que los homosexuales tengamos plena igualdad de Derechos. Lo que no me extraña, recordemos el prolongado debate de 9 años para promulgar una ley de divorcio en el país recién en el año 2004. Esta opinión es sumamente relevante cuando recordamos que según el CENSO del 2002 un 69.96% de la población se declara como católico. Habrá que ver que pasará con este porcentaje en el CENSO del 2012.

También existen Iglesias Evangélicas, que no son todas, que han declarado su rechazo al Matrimonio Homosexual, dentro de sus luchas fanático religiosas es un elemento que las agrupa. Los argumentos son los mismos mitos mencionados anteriormente. Lo que me parece lamentable es que la mayoría de las personas que asisten a estas iglesias, "al culto" vienen de un estrato socioeconómico bajo, con menor educación formal. He observado que estas personas entregan de forma incondicional su confianza total a los pastores, lo que dicen sus líderes es una verdad incuestionable, aunque vaya en contradicción con la ciencia o el sentido común. Esto hace que la posibilidad de diálogo sea compleja. Creo que estas personas también son víctimas de sus pastores y me preocupan los  homosexuales que provienen de estas familias.

Lo más importante de lo mencionado anteriormente es que esta discriminación tiene caras y nombres, son  personas que han sido tremendamente infelices, son jóvenes que se suicidan, o piensan en ello, porque no soportan la idea de irse al infierno o por el miedo al rechazo de su familia (influida por el párroco o pastor de turno). Hablamos de personas que anulan su sexualidad, su afectividad o deben vivir una doble vida; de víctimas de permanente burlas y agresiones homofóbicas en las escuelas, en el trabajo y en los grupos sociales; de compatriotas  que viven con miedo, que no encuentran un lugar para ser felices.

A partir de la necesidad de nivelar esta histórica, injusta y triste desigualdad, es que surge el concepto de tolerancia, en la idea de construir una sociedad que reconozca el valor que tiene la diversidad, en el convencimiento de que en la integración de nuestra diferencia esta la riqueza de la construcción del bien común. La tolerancia apela al reconocimiento de la dignidad de un "otro", al cual se respeta a partir de sus ideas, creencias o prácticas cuando son distintas a las propias. Es un valor positivo y no una carga ni una exigencia.

La Tolerancia se practica en un marco de convivencia ético mínimo, en el que no se espera imponer la propia posición y en la interacción social se empodera (equilibra poder) a los que han sido discriminados, en este caso los homosexuales.

Por tanto no cabe la posibilidad de tildarnos como intolerantes, cuando nos defendemos de aquellos que vociferan que somos enfermos, delincuentes, anormales, pecadores, etc. 

Podría entender a las familias evangélicas y católicas más carenciadas; ya que están bajo la influencia de sus líderes, pero quiénes defienden el modelo de familia hegemónico, siendo ciudadanos privilegiados, siguen reproduciendo la discriminación de la que hemos sido víctimas, nos siguen agrediendo y forzándonos a tener una vida de ciudadano de segunda categoría.

Con el valor que tiene el concepto de Tolerancia para nosotros, si los privilegiados de siempre nos acusan de intolerantes, porque los desenmascaramos en su homofobia y en su deseo de mantener su posición; es como si un hombre que ha agredido por largo tiempo su pareja, la acuse de agredirlo por solicitar una medida protección para defensa de su integridad y que en el comparendo él declarara que la agredió por culpa de ella; y que el tribunal de familia le diera la razón al agresor.  

Sabemos que esta lucha no será fácil, aspiramos a equiparar los derechos de todos y todas, no  a tener un estatus superior al de los demás ciudadanos. 

Recién se nos podrá acusar de intolerantes cuando estemos en igualdad de poder, no cuando intentamos defendernos de quiénes siguen pensando que, en definitiva, no deberíamos existir...  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Disculpa, pero es un mito que una persona oprimida no pueda ser opresor, una persona discriminada no pueda discriminar, un ejemplo son los hombres de color en Norteamérica, hay muchos que discriminan a otras razas, a los latinos, chinos etc., viéndolos de lo peor, incluso puedes comprobar que hijos de padres mal tratadores tienen mas tendencia a ser padres mal tratadores que los que no, así que no mistifiques a las personas por su condición, en muchos casos sera cierto que no son intolerantes, pero no es regla.