sábado, 27 de abril de 2013

Matrimonio igualitario, elijo no casarme



¿Cuáles son las alternativas que la sociedad ofrece a quiénes somos homosexuales?

Cuando era niño, en los ochentas, me aterraba un aviso televisivo que informaba que los jóvenes de 18 años debían inscribirse en el cantón de reclutamiento para hacer el servicio militar, año a año se acercaba la fecha en que yo debía presentarme. Me daba miedo el hecho de que descubrieran que era homosexual, algo que sabía pero ni siquiera lo hacía consciente en mi.

Cuando era niño quería tener una gran familia y tener muchos hijos, 

Cuando crecí y comencé a exteriorizar mi homosexualidad el gran duelo tuvo que ver con no tener hijos, con asumir que no existe un proyecto de sociedad para ti  que lo deseable es que mantengas tu orientación sexual en el espacio privado, sin molestar a nadie.

Es verdad que en este camino uno le va buscando sentido a las cosas, lucha por que se cumplan los sueños, genera vínculos amorosos, entiende que construir la propia felicidad depende de uno y es una decisión avanzar en ello.

Es verdad que hay personas que reniegan de los proyectos que esta sociedad ofrece, como casarse, formar familia, tener un trabajo estable, cotizar, etc. Viven desde una contra cultura, lo que también es una decisión, es una elección.

En al caso del pleno Matrimonio Igualitario, su reconocimiento no está solamente asociado a poder casarse, es también la formalización de un espacio legítimo dentro de la sociedad, es la inclusión digna, igualitaria, al proyecto colectivo. 

Uno podrá estar a favor o en contra del matrimonio, pero lo que no puede seguir sucediendo es que las personas LGBT crezcamos sin un proyecto de desarrollo que nos incluya en la sociedad de forma igualitaria, sea para elegir casarse o no. 

Su aprobación aportará a legitimar nuestro lugar en el mundo, para no sentir que nuestra felicidad se restringe al ámbito privado, a la habilidad para esconderte, para no generar ruido.
Es importante que las nuevas generaciones de homosexuales puedan decidir como insertarse en la sociedad, que tengan los mismos grados de libertar que todos los chilenos, en definitiva de ser más felices o no, según lo que deseen, pero amparados al igual que todos, por el Estado.

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